sábado, 26 de abril de 2008

Dama Imperecedera


He descubierto que la soledad es menos soledad… cuando admites que lo es… incluso aunque estés acompañada.


Cuando la aceptas como tal, tienes el valor de mirarla directamente a los ojos y descubres que no es tan horrible ni tan mala como en tus pesadillas la imaginabas… simplemente se encuentra triste y fuera de lugar; una paria en un mundo que no le corresponde… igual que tú.


Y empiezas a asimilarla, a comprenderla, y a comprender que forma parte de la vida, que a veces será la única en la que puedas confiar… así como otras, muchas veces, la perderás de vista o incluso puede ser que llegues a extrañarla; siendo como es la vida un ciclo que regresa incesantemente al punto desde donde partió, una melodía recurrente e infinita, que como el propio adjetivo indica, nunca termina… hasta que todo termina.


Asímismo, tal y como ocurre a todos los seres vivientes, esta oscura y pensativa Dama Soledad no siempre muestra de sí la misma cara, sino que tiende a tornarse cambiante y voluble, de tal forma que nunca llegas a conocerla del todo. Aún cuando creías que ya sabías todo lo que tenías que saber de ella…


No tiene por qué ser patética la Soledad, ni miserable, ni una señal de fracaso vital. En estos días he comprobado que la Soledad es, aunque pueda parecer una paradoja (y he de decir que ojalá, porque me encantan) curiosa y juguetona; de hecho puede ser y comportarse como nosotros queramos; puede ser escogida o impuesta… y aún dentro de estas dos premisas, también puede ser iracunda, amable, brutalmente deseperanzadora… o dulcemente irónica.


Y lo que es más… puede ser infinitamente orgullosa. Hasta el punto de hacer pagar con su misma moneda a aquellos que la han despreciado, hasta el punto de perdonar, pero no olvidar, quienes permitieron a sabiendas que siguiera siendo la que es hoy en día. Pues bien, hasta tal punto llega la clase y el amor propio de esta Dama (de alta cuna, por derecho de sangre; todos saben que desciende directamente de la Mezquindad y la Incomprensión) que, de ahora en adelante, también se encuentra orgullosa de sí misma; orgullosa a más no poder, de su alma amante y soñadora, donde los rayos de luz a veces arremolinan de forma cálida y anhelante las motas de polvo que se acumulan en su interior; pues, aunque joven, ésta es antigua y sabia como las montañas, como las religiones paganas ancestrales; diría que es, de hecho, como esas entrañables figuritas de escayola que todos hemos pintado en el colegio y después espolvoreado con talco para simular en ellas la solera y la pátina del tiempo…


Así, orgullosa ha de ser la Dama Soledad, sin olvidar también que es otras muchas cosas más. De hecho, a veces aparece sin ser llamada, cuando creías que no debería estar, y descubres que te sientes sóla en mitad de una reunión de amigos; y también, a veces, cuando pensabas que nadie más te acompañaría salvo Ella, tus ojos parecen percibir una luz en mitad de la penumbra, una de esas luces que suelen arremolinar polvo, sueños y otras muchas cosas maravillosas; y notas como silenciosamente la bella Dama se aleja de ti, no sin antes obsequiarte con un beso de buenas noches…

domingo, 20 de abril de 2008

Sueños de agua de lluvia

¿Qué hacer en una lluviosa noche de sábado cuando no te apetece salir? Y, obviamente, tampoco te llaman las obligaciones cotidianas o las tareas que deberías haber realizado hace días (véase estudiar para el examen de la semana que viene...) La respuesta está clara: ver una buena película. Y así, casi por casualidad, que es realmente cómo acontecen los sucesos importantes de la vida, me tropecé en pleno zapping con una película que, curiosamente, en su día no me llamó la atención lo suficiente cómo para acercarme a las multisalas a verla. Sin embargo, esta noche, por su temática, me llamo la atención: La Joven del Agua, de M.Night Shyamalan (el director de El Sexto Sentido, por si alguien no lo sabe)

Y comprobé que, como en otras de sus películas y al margen del empeño de la industria en encasillarlo como típico cineasta de terror, este director sigue sabiendo cómo intrigar y conmover a todo aquél que, con la mente y la imaginación abiertas, se sientan frente a la pantalla dispuesto a dejar que las emociones más tristes, anhelantes y profundas que pueda albergar el alma humana jueguen con la suya propia hasta dejarla temblorosa y en carne viva...

Hacía tiempo que no veía una película que me hiciera pensar de verdad, que me pusiera la piel de gallina, que alborotara mis emociones cual bandada de pájaros asustados y me hiciera ver el mundo con otros ojos, como un lugar en que aún tuvieran cabida la magia y la esperanza. Un lugar en que varias personas cooperan por un bien común. Un lugar que aún es susceptible de cambiar para mejor...

Es cierto que la trama de por sí ya es atractiva; muchos somos los que sentimos predilección por las historias de seres mágicos y los prolegómenos de sus mundos de fantasía... sin embargo, no es eso lo que de verdad me cautivó de esta película. Creo haber dicho con anterioridad, aunque no en este blog, que me encanta, tanto en el cine como en la literatura o la música, leer entre líneas, ir más allá de lo que las simples palabras nos cuentan de forma literal. Me gusta ahondar, conectar con los personajes, empatizar y ver a través de sus ojos, adentrarme en el argumento y sentir, más que entender, los mensajes ocultos o no tan ocultos que la obra esconde.

En este caso, había infinidad de mensajes, y no todos tan crípticos que no se pudieran entrever a la primera. No es mi intención deshacer aquí el argumento de la película, ni desvelar su final; por eso, me voy a limitar a destacar los puntos que más me motivaron y emocionaron, sin dar muchos detalles (de todas formas, si alguien no la ha visto y no se quiere arriesgar, es el momento de dejar de leer; avisados quedáis)

...para empezar, la historia secreta del protagonista: un hombre en apariencia totalmente normal, e incluso diría que un poquito insulso, guardaba en su interior uno de los peores secretos que se pueden guardar. Él poseía la callada tristeza y resignación de quién ha perdido cuanto más se puede perder en esta vida y no se encuentra dispuesto a hablar de ello. Pero su dolor, seguro, debía de hacerse patente en cada paso que daba, en lo difícil que le debía de resultar llenar sus pulmones de aire para acto seguido volverlos a vaciar, una y otra vez, día tras día; en momentos tan cotidianos e hirientes como el silencio de una casa desierta, un libro de texto cubierto de polvo en un cajón, o el sonido a lo lejos de una canción infantil... Sin embargo, a lo largo de toda la historia se ve cómo seguía caminando, respirando y entrando en su apartamento vacío, porque lo único que queda por hacer ante una tragedia es seguir viviendo, aunque parezca que ya no merece la pena y ni siquiera te importe que quizás nunca vuelva a merecerla...

...el poder que adquieren en la trama los cuentos infantiles; cuentos que se transfieren de generación en generación, de cada a madre a sus hijos, y éstos a su vez a los suyos, hasta que no tenga relevancia quién inventó ese cuento. Y es que, en realidad, están tan vivos cómo las personas que los narran; cada nuevo intérprete le añade algo propio, algo de su personalidad, y a la vez elimina lo que menos le gusta. De esta manera, el relato crece y se desarrolla a la luz de una lámpara de noche, alimentado por voces maternales, con canciones de cuna y animales de peluche como compañeros de juego; se convierte, en definitiva, en un proceso dinámico e infinito; al menos, mientra se siga contando...
... y llega un día en que el cuento te encuentra a tí...

... la forma en que, ya desde el principio, nada es lo que se da a entender, y cómo de ningún modo los roles al principio de la historia coinciden con los finales. Ningún personaje es quién parece ser... quizá simplemente porque comienzan siendo lo que los demás creen que son, y terminan siendo ellos mismos, desempeñando los papeles que les han sido asignados por Destino... Esto es una gran verdad, y muy aplicable a los que durante mucho tiempo hemos creído las opiniones que los demás tenían de nosotros, hasta tal punto que llegamos a pensar que somos así en realidad, sin escuchar la voz interna que nos dice lo contrario. Hace poco precisamente me propuse no volver a caer en ese error, y esta parte de la historia viene a darme la razón. Al fin y al cabo, como dice uno de los personajes: "¿cómo saber cuál es nuestra misión de antemano?"...

... también ver cómo, dentro de una raza (aunque no sea totalmente humana) cuando nace un individuo especial llamado a realizar tareas importantes dentro de su pueblo, se le oculta su singular naturaleza el máximo tiempo posible; en teoría, esto tiene la finalidad de poner frenos a su vanidad y evitar que crezca en él el despotismo y las ansias de poder, pero en algunos casos tiene el efecto contrario al deseado, esto es, que el ser en cuestión llegue a menospreciarse y a pensar que carece de valor como individuo (¡y la realidad es justo la contraria! curioso ¿no?)...

... por último, pero no por eso menos importante, el personaje del escritor. Debe resultar estremecedor que te predigan que tu obra, en el futuro, va a inspirar a un gran líder y éste a su vez va a contribuir a modificar la conciencia de la humanidad; que, según palabras textuales, va a servir para introducir en el mundo la Semilla del Cambio... pero, por supuesto, no sin un precio que pagar por ello... y eso es algo recurrente en la historia del mundo: todos aquellos que han ido en contra de los líderes imperantes, que han luchado y han movido masas en pos de un mundo más justo y más civilizado, han acabado siendo sacrificados en nombre de sus ideales, sin llegar a ver los frutos que éstos producían. Hay multitud de ejemplos, desde Jesucristo a Mahatma Gandhi... y lo más escalofriante es que la mayoría conoce su destino de antemano... pero no parece importarles demasiado, o al menos, no lo bastante para cejar en su lucha. Definitivamente, para ser un visionario hay que estar hecho de una madera especial... una madera de un árbol que, además de genio, también tiene un poco de héroe, y de loco, y de soñador...

En fin, una película, otras tantas reflexiones... eso sí, mañana tengo que ponerme en serio; mañana SÍ que toca estudiar... deseadme suerte :)

sábado, 12 de abril de 2008

Ante el frío del invierno


Hay ocasiones en que mi espíritu se ve sobrecogido, de forma inesperada, por un sentimiento bastante significativo. Ocasiones en que siento en mis labios el acre sabor de una decepción temprana, de un desengaño al que, como mínimo, no le correspondía llegar aún. No obstante llega y, manchado de desconfianza, logra salpicarme a mí, que no buscaba otra cosa que un poco de ilusión...

Son las ocasiones en que se ve truncado un amor en ciernes que, sin embargo, termina incluso antes de haber empezado. Claro está que en estos casos la herida que deja no es ni de lejos tan profunda que la que dejaría un amor auténtico, un amor ya consolidado; pero si esta herida se encuentra además emponzoñada de mentira y desdén, una herida infecta que no da visos de pretender cerrarse sin más dejando una cicatriz limpia de amargura, corre el peligro de ir poco a poco corrompiendo tu alma sin remedio, más aún si no es la primera herida de ésta índole que has sufrido en tu vida; con lo que se hace más que conveniente cauterizarla de alguna manera, de la manera que mejor sepas, aún sin saber a priori si es la más adecuada...

Y la manera que me sugiere mi instinto de supervivencia no es otra que hibernar; sí sí, poner a hibernar mi alma, no sobresaltarla por un tiempo con emociones desmesuradas ni flechazos de pacotilla, y limitarme a permitir que sane por sí sóla, cuidar de ella, porque al fin y al cabo ¿quién va a saber hacerlo mejor que yo, su humilde portadora? ¿Quién va a saber mejor lo que necesita y lo que añora? Ya está bien por el momento de entregarla a extraños que ni siquiera la conocen ni saben apreciar su valía, y por tanto, jamás podrán quererla cómo se merece y sólo acertarán a despreciarla, dejándola maltrecha y abandonada...

Durante este tiempo, comprobaré que mi corazón tampoco reacciona como suele a los estímulos que antes le hacían saltar en mi pecho y latir a una velocidad desmesurada; y es que él, de alguna forma, también se encuentra momentáneamente vacío y seco, aunque sea simplemente para resistir los rigores de un tiempo que, en mi interior, se ha tornado inestable y tormentoso.

Sin embargo, esto no es negativo; como ya he dicho antes, se trata sólo de una medida temporal, de semanas a lo sumo. Yo sé que, dentro de mí, mi corazón se encuentra presto para, a una señal de mi mente, hidratarse y llenarse con la ilusión de la primavera que llega; y mi alma, una vez mimada y cuidada cómo ella se merece, va a resurgir con más fuerza que nunca para dar lo mejor de sí ante el mundo, ante quién realmente sea capaz de apreciarlo.

Aunque quizá no pueda evitar que quede dentro de mí un pequeño poso de amargura, un vago sentimiento de decepción ante la raza humana, y la persistente idea de que, después de todo, Hobbes tenía razón y no somos más que lobos para nosotros mismos, depredadores dispuestos a devorarnos los unos a los otros a la mínima oportunidad...

Pero no todo está perdido; por eso tengo lo que podría llamar estas "medidas cautelares"; y gracias a ellas, como se suele decir, sé que la sangre no llegará al río y no tendré que pasar por una tesitura tan desesperanzadora cómo es el tener miedo de mi propia esperanza; miedo a sentirla como mi enemiga, a que llegue un día en que tenga que sacrificarla como a un animal recién nacido, aún ciego pero lleno de vida... no, en absoluto, gracias a este periodo de hibernación podré evitar, una vez más, convertirme en uno de esos seres amargados, cínicos, que se creen por encima de las leyes humanas y se niegan a sí mismos la felicidad y el amor por creerlos inexistentes. No, demasiados hay ya que pueblan el mundo, y aunque en cierto modo no les falte razón, tampoco la poseen por completo...

En fin, que puedo dar gracias a que ni mi esperanza está muerta, ni mi corazón roto; simplemente, se encuentran a buen recaudo en un lugar cálido y seco, donde, resguardados del peligroso mundo exterior y procurando gastar lo mínimo, esperan tiempos mejores...